11 April, 2007

Soy un lector desordenado; paso de una página a otra, lo que parece normal—el asunto es que esas páginas pertenecen a libros distintos. Así mezclo una historia de Donald Barthelme con una frase de Rodolfo Walsh y un poema de Reznikoff. Algún trazado ha de haber en esos saltos, un atlas de lectura que me permite saber dónde me hallo, sin el ilusorio rigor de un sistema. No está mal. De hecho esos géneros admiten esas livianas infidelidades y abandonos. Hace tiempo, eso sí, que no leo una novela. Es una forma de evitarme la culpa; me digo que necesito las horas que podría dedicarle a Saer o a Richard Flanagan para terminar algún proyecto. Las novelas son como el epítome de la malcriadez y el egoísmo. Por ahora, me dedico al desconcierto, al agrado de la improvisación, al puro nomadismo.

3 comments:

John Narváez said...

omitir los sistemas y aun la coherencia

la novela se jodió el cuento se jodió

Luis Moreno Villamediana said...

Le tengo una buena noticia, José: la salud de la novela o del cuento no depende de mi condición como lector. Me gusta pensar, retrospectivamente, que la estructura y el vocabulario de "Finnegans Wake" están ligados a mis distracciones, pero me dicen que esa noción es ligeramente exagerada.

Gracias por asomarse por aquí.

Anonymous said...

You write very well.