28 January, 2008

Hoy me levanté antes de las siete. Fue una decisión puramente orgánica: abrí los ojos cuando todavía estaba oscuro, traté de prolongar mi estadía en la cama pero no fue posible. El insomnio, por ligero que sea, es el nombre solemne de la independencia corporal. Algo bueno resultó de esta rara venganza. Pude ver cómo amanecía, cómo el tope de las montañas se cubría de una franja de luz, en mitad de un cielo despejado. Supongo que se trata de la compensación estética de las dolencias.

27 January, 2008

Que el sistema de correo funcione puede generar un pasatiempo. En Baton Rouge, solía bajar a ver si el cartero me había dejado algo en la casilla. Por un tiempo supe a qué hora debía aparecerse: poco después de mediodía, en general. En algún momento esa rutina cambió, seguramente por causa de una conspiración. Me tocó ponerme a adivinar jugando con horarios distintos. Al final decidí quedarme tranquilo hasta las seis de la tarde; ya para entonces sin duda habría pasado.

No siempre recibía cosas de importancias. Muchas veces me dejaban papeles inútiles. Otras, la casilla desocupada me abatía: en esas ocasiones me sentía ridículamente abandonado.

No exagero al pensar que el correo nos da legitimidad como ciudadanos reales. Por él nos envían solicitudes de donación, pedidos de adhesión a alguna causa pública, recordatorios de algún deber, advertencias, quejas, notas de crédito, además de muchas hojas comerciales. Lo que pueda traer un cartero es mucho más que un sinfín de resmas de papel; se trata de documentos que nos participan de una responsabilidad civil concreta.

19 January, 2008

Las nacionalidades no son una medida de pertenencia. Por más de ocho años viví en Estados Unidos. El uso de una lengua extranjera era para mí, allá, una marca distintiva, no un estigma, por mucho que el acento les confirmara a todos la diferencia de un origen. Esa forma de moverse en un sistema que no puede ganarse del todo en realidad me conmovía. No me perturban las versiones intencionales de la expatriación. Ahora vivo en el lugar que coincide legalmente con mi naturaleza. Llegué a comienzas de julio y de inmediato comprobé que mi estatuto jurídico no me daba derecho a esperar un decreto de júbilo. Quien regresa a su país vuelve sin manifestaciones exaltadas; ese sigilo coincide con la agitación rutinaria de los otros, con la indiferencia del paisaje, con el descuido de las instituciones y los funcionarios. Únicamente en masa somos ciudadanos. De resto, si uno ve por la ventana la sombra de las montañas y la quietud de algunos edificios, solo, se da cuenta de que una nación es una certeza apenas nominal.