30 November, 2008

La ortografía, esa forma moral de composición basada en signos visibles, tiene una relevancia apenas entrevista. Eso no supone nada malo; reivindicar en la escritura únicamente las pasiones y la fiereza de algunas descripciones—la pretendida naturalidad de unas destrezas adquiridas por el género humano—es parte de una vocación adolescente. No quiero decir que la literatura carezca de una porción, mágica, de incertidumbres y erratas. Me refiero más bien a esa conciencia límite ante la cual se presenta el problema de una estructura posible, que no depende de la previsible lógica de las premisas y las conclusiones. Habría que ver, por ejemplo, la forma en que Chejfec y Alan Pauls apelan a los puntos suspensivos encerrados en corchetes. En el primero, en Lenta biografía, tal uso convierte trozos enteros en adenda, en comentarios laterales, claramente presentes, en la realidad de ese texto, como retrospección: alguien ha abierto un manuscrito hasta entonces cerrado y se ha dedicado a prolongar la narración. El testimonio de Historia del llanto, de Alan Pauls, es por su parte una defensa de la supresión: lo que se consideraba innecesario en el documento inicial se omite en beneficio de la coherencia narrativa. En ambos casos, se presume la existencia de un relato platónico sobre el que se trabaja, sólo que en Chejfec ese Ur-Text aún resulta visible y en Pauls ha quedado omitido, perdido en el basurero de lo irredimible.

18 November, 2008

Los ruidos de afuera son ahora una mezcla de vocerío y un resabio de lluvia. Más cerca de mí, el televisor insiste en recordarme ciertas infamias: los crímenes locales, los exabruptos locales, la estulticia local, la intransigencia local disfrazada de educación política. Ante esa conjunción, lo que hago parece incompetente, no pasa de ser una reiteración de mis rarezas, fundadas en la ficción de un espacio privado y de sus privaciones. Alguna vez esta hora será una simple ruina; quizá pueda reivindicarla como una rebeldía, como una terca apología de virtudes recónditas, evidentes entonces, como un brillante exemplum. Espero que no; me niego a hacer de esta época nada que no sea la decisión de abstenerme de la falsa historia y sus festividades y sus acusaciones.