Los ruidos de afuera son ahora una mezcla de vocerío y un resabio de lluvia. Más cerca de mí, el televisor insiste en recordarme ciertas infamias: los crímenes locales, los exabruptos locales, la estulticia local, la intransigencia local disfrazada de educación política. Ante esa conjunción, lo que hago parece incompetente, no pasa de ser una reiteración de mis rarezas, fundadas en la ficción de un espacio privado y de sus privaciones. Alguna vez esta hora será una simple ruina; quizá pueda reivindicarla como una rebeldía, como una terca apología de virtudes recónditas, evidentes entonces, como un brillante exemplum. Espero que no; me niego a hacer de esta época nada que no sea la decisión de abstenerme de la falsa historia y sus festividades y sus acusaciones.
18 November, 2008
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