Escribo ahora en un lugar distinto. Quizá tal situación requiera algún cambio, una transformación sintáctica siquiera modesta. Escribo, ahora, en un lugar distinto. Con esa modificación puede uno cumplir con las obligaciones del naturalismo literario. (Dentro de poco, la diferencia de paisaje y de clima va a ser aun más notable.) Entre Baton Rouge y Seattle, donde he estado ya por tres semanas, los contrastes son claros: referirse aquí al verano supone en estos días una cierta grandeza por venir. Allá, desde hace tiempo los termómetros muestran más de treinta grados centígrados, y la humedad es criminal; en Seattle, hoy, la temperatura no va a pasar de veintitrés grados. A ese estado de la tierra lo llamamos paradisíaco. Lo que pueda esperarme en otro lado es, sencillamente, conjetural.
30 June, 2007
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