09 July, 2008

La escritura, se dice, no debería ser un acto voluntario, como la elección de una carrera mecánica o la mezcla de camisa y pantalón. Esas dos decisiones son sin duda expresivas, pero no necesariamente patológicas. De la literatura se acostumbra esperar ese color enfermizo, ese impulso casi criminal que, según repiten, muestra el plan de la verdad. Yo, en ese sentido, soy desapegado y ficticio. Puedo estar tiempo sin añadir una sílaba a esto, sin la certidumbre de la comunicación obligatoria.

La inspiración, el constreñimiento, son asuntos complejos. ¿Quién creería que los diarios de Kafka—circulares, cerrados, forzosos—comienzan con una noticia calmada, un mero dibujo? Die Zuschauer erstarren, wenn der Zug vorbeifährt, la multitud se pasma cuando pasa el tren. A menos que uno esté dispuesto a conceder que en esas palabras hay ocultos un proceso más, otro castillo, otra transformación.